El estigma y la discriminación hacia las personas migrantes con VIH tienen un impacto significativo en la salud pública. Estas barreras pueden retrasar la detección y el tratamiento de la infección, aumentando el riesgo de transmisión del virus.

Impacto en el pronóstico y tratamiento individual

La discriminación, ya sea real o percibida, puede llevar a las personas con VIH a retrasar o evitar las visitas a las unidades sanitarias especializadas y el tratamiento de la infección. Este miedo a ser vistas en las salas de espera, junto con el temor a los efectos secundarios de ciertas medicaciones (como la lipodistrofia), contribuye a esta reticencia. Además, ocultar el estado serológico, impulsado por el temor al rechazo social o familiar, puede aumentar significativamente el estrés, debilitando el sistema inmunológico.

El aislamiento social derivado de este temor, sumado a la reducción de redes de apoyo, incrementa el riesgo de discriminación y afecta negativamente la salud mental de las personas con VIH. Asimismo, el rechazo social y la discriminación minan la autoestima, lo que puede disminuir la motivación para seguir correctamente el tratamiento antirretroviral y adoptar hábitos de cuidado personal adecuados.

Impacto en la Salud Pública

El estigma asociado a un diagnóstico positivo de VIH también afecta la salud pública. El miedo a las repercusiones de este diagnóstico puede retrasar la detección y tratamiento, lo que perjudica la salud de las personas infectadas y facilita la transmisión del virus. Un diagnóstico precoz, por el contrario, permite que las personas adopten comportamientos preventivos y contribuyan a la contención de la enfermedad.

Además, el estigma lleva a muchas personas a evitar proponer prácticas de reducción de riesgo, como el uso del preservativo, o a no revelar su estado serológico por miedo al rechazo de sus parejas. La discriminación también complica la situación de quienes sufren violencia de pareja, exponiéndolas a formas específicas de maltrato psicológico relacionadas con su estado serológico.

Finalmente, el estigma relacionado con el VIH, junto con el que rodea a la sexualidad y el consumo de drogas, dificulta la implementación de políticas y estrategias efectivas para prevenir nuevas transmisiones del virus.